söndag 6 september 2009

México: Justicia de segunda clase para una mujer indígena

México: Justicia de segunda clase para una mujer indígena

La primera noche en mi celda estaba lloviznando y hacía mucho frío y con las rejas todas abiertas y todo, y en ese momento sí sentí mal porque yo no hice nada y por qué me hacen esto y estoy en la cárcel y nunca había hecho nada. Y sí en ese momento lloré, lloré y dije “¿ahora qué?”. Y cuando escuchaba las puertas que se abrían dije ojalá que me dejan ir, y yo me paraba y veía en la puerta a ver si alguien me iba a dejar ir, y no.
Jacinta Francisco Marcial, junio de 2009

El 26 de marzo de 2006 entraron en el mercado central de Santiago Mexquititlán seis agentes de la Agencia Federal de Investigaciones vestidos de civil, que decían estar realizando una operación de búsqueda de drogas y DVD “pirata”. En medio de la tensión, los agentes intentaron confiscar productos del mercado, y los vendedores les pincharon los neumáticos de algunos de sus vehículos. La protesta acabó el mismo día con la indemnización a los vendedores por los daños causados a sus mercancías; sin embargo, esa misma noche los seis agentes presentaron una denuncia ante la Procuraduría General de la República, alegando que las personas participantes en la protesta los habían tenido secuestrados varias horas.

Más de cuatro meses después del incidente, Jacinta fue detenida. En ese momento, le dijeron que iban a hacerle unas preguntas sobre un árbol cortado. Jacinta hablaba poco español y no entendía lo que ocurría. La única prueba que había contra ella era una fotografía publicada en el periódico local en la que se la veía pasando detrás de un grupo de gente que estaba protestando. Numerosas personas han testificado que Jacinta no participó en las manifestaciones. Ese día se la vio asistiendo a misa, vendiendo helados y acudiendo a la farmacia para ponerse una inyección. Durante el juicio no se pidió a los agentes que comparecieran para demostrar su denuncia o reconocer a Jacinta. Tampoco le fue respetado su derecho a contar con un intérprete y el abogado defensor designado por el Estado nunca llegó a hablar con ella para explicarle su derecho a la defensa.

Jacinta, indígena otomí de 46 años, tiene seis hijos y se ganaba la vida vendiendo helados y refrescos con su esposo en un puesto del mercado de la plaza central de Santiago Mexquititlan. Lleva 3 años en prisión y continúa a la espera del resultado de un nuevo juicio.

Nota/ Fuente y Foto: Amnistía Internacional. Sección España


Acróstico de Nelson Urra Silva

Jacinta ( Detenida en México )
Jacinta Francisco Marcial,
46 años, indígena otomi-México,
Madre de seis hijos.
Delito: ser mujer, indígena y pobre.
Pena: 21 años de cárcel

J amás olvidarás este triste episodio, mujer otomí
A ntes vendías helados para mantener a tus seis crios
C ansada del trajín de estos tres años encarcelada
I nvocando justicia, ante miradas sin clemencia.
N o obstante, tu nombre está dando la vuelta al mundo
T endrás nuestro humilde apoyo. Poetas sensibles y
A mnistía pedimos tu libertad. Juntos alzamos la voz.

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www.eneuese.us

1 kommentar:

Nelson Urra Silva sa...

Jacinta sale libre luego de tres años de cárcel

Juan José Arreola/Corresponsal El Universal

Querétaro, Qro / Miércoles 16 de septiembre de 2009


La indígena otomí sentenciada a 21 años de prisión por el secuestro de seis elementos de la AFI fue liberada la madrugada de hoy del Cereso de San José el Alto


"Me siento contenta", fue la primera exclamación de Jacinta Francisco Marcial, al salir, minutos después de la una de la madrugada de este miércoles, del Centro de Readaptación Social (Cereso) femenil, de San José el Alto, en donde estuvo recluida por espacio de tres años y un mes.

A Jacinta -indígena otomí de Santiago Mexquititlán- se le acusó y juzgó por el delito de secuestro en agravio de seis elementos de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones (AFI) cuando éstos realizaban un operativo de decomiso de productos "pirata" en el tianguis de Santiago Mexquititlán.


Sin pruebas contundentes, en medio de un proceso plagado de irregularidades, con pruebas no definitorias, Jacinta Francisco fue acusada, juzgada y sentenciada a purgar 21 años de prisión por un delito que no cometió.


Junto con ella fueron también acusadas Teresa González y Alberta Alcántara, ambas también indígenas y también acusadas sin pruebas contundentes.


Jacinta salió del penal a bordo de un automóvil particular en el que iba acompañada por su esposo, Guillermo Francisco Prisciliano, por su abogado defensor, Andrés Díaz, y por una de sus hijas.


Pidió a quienes le realizaban preguntas que por ahora ya no la cuestionaran; se concretó a decir solamente que se sentía contenta y que después podría hablar, pues quería descansar.


Bernardo Romero Vázquez, quien es presidente del Centro de Derechos Humanos "Fray Jacobo Daciano" y quien fungió como enlace del Centro de Derechos Humanos "Agustín Pro Juárez", instancia que se encargó directamente de la defensa de Jacinta.


Bernardo Romero afirmó que ya en libertad, Jacinta junto con sus abogados, analizarán la posibilidad de solicitar una indemnización por el tiempo que injustamente estuvo en prisión