lördag 13 december 2008

CUANDO SE APAGA LA VOZ DE UN LOCUTOR

CUANDO SE APAGA LA VOZ DE UN LOCUTOR
Por Patricio Villarroel/ Incumbencia.


Los locutores de radio son, muchas veces, seres sin rostros que forman parte de la vida diaria de todos nosotros. Son, esos locos maravillosos y exasperantes que habítan en las pequeñas y desordenadas cabinas de las radios. Son los protagonístas del mundo fascinante de la palabra.
Se argumenta, con razón, que mas del noventa por ciento de nuestras comunicaciones las efectuamos por medio de la voz, porque la nuestra es una civilización de la palabra. Y el locutor no es solo esa persona que habla boníto o con buena dicción. Me enseñaron que el mejor locutor es el que logra comunicarse con la gente. Ellos no hablan para escucharse, tampoco le hablan a los micrófonos. Ellos se comunican y hablan con otras personas que en horarios determinados, están esperando escucharlos.
Desde que tengo memoria la radio me ha acompañado. Creo que nací en el interior de esos aparatos de gran tamaño que ya no exísten. Mi padre era un viejo periodista radial y fui creciendo entre las perillas de los radiocontroladores, los vidrios amarillentos de los locutorios, las cintas de todos los tamaños que iban girando despacio en esos aparatos mágicos que iban guardando la historia. Por eso me duele cuando un locutor enmudece. Le duele a muchos cuando una voz se apaga.
MARCO CALISTO: LA VOZ DE “LA MISTRAL”
Conocí a Marco Calisto en el calor latino de las primeras radios de cercanía que nacieron en Norrköping. Eran los primeros intentos de salir al éter en nuestro idioma. Las numerosas familias latinoamericanas de Östergötland se identificaron con ese pequeño grupo de hombres y mujeres que dieron vida altruísta y voluntaria a “Cordillera”, “Amiga”, “Alondra” y muchas otras. La cordialidad y la simpatía de Marco Calisto siempre andaba bailando por los pasillos de la radio. Es que él había venído de Antofagasta, del norte de Chile, con un sueño apretado en la garganta: ser locutor de la radio. Se había enamorado dos veces: de Margarita y de la Radio.
Supo aprenderlo todo con admirable pasión y honestidad. Tenía en el alma una risa contagiosa que siempre quiso regalar a quienes la necesitaban. Amigo leal de todos, eterno militante de sus ideales.
En todos los actos de su partido de la izquierda (v), salía a la calle con la primera bandera.
Cuando nació la radio Gabriela Mistral, los micrófonos ya eran de Marco Calisto. Su voz tranquila e inconfundible fue entrando a los hogares para quedarse.
La popularidad del locutor chileno que había venido desde donde el desierto termina en el mar, con las fotos de “La Portada” en el corazón, fue creciendo por el cauce del Motala.
Un dia cualquiera no pudo llegar a su radio. Una grave enfermedad había venido a robarle todos los sueños.
El dia 6 de diciembre se cansó de luchar. Desde entonces, los micrófonos de Radio Mistral están apagados.
Y en Norrköping no ha dejado de llover.

Patricio Villarroel/ Incumbencia.
(Publicado en el Semanario Incumbencia. 2008-12-12)
http://www.incumbencia.se/

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